Retazos de una mente...

No hay nada peor que esperar, eso me queda claro. Me encuentro esperando una señal que me indique hacia dónde tengo que ir, hace mucho no me sentía así, para ser reales. Creo que sentada en la sala de casa de mis papás con la mitad de la luz apagada y la mitad de mi cerebro fundido no encontraré la respuesta. Pero sigo esperando sin planearlo, de Lunes a Viernes y peor los fines de semana. Sigo esperando en un rincón a que me indiquen el camino, es como si estuviera en una avenida llena de coches, donde solamente escucho el sonido de la música de fondo y espero que alguien ajeno a mi me indique como salir, si le doy para adelante, en reversa, hacia un lado, hacia el otro, si me conviene mejor caminar o si mejor apago el motor y me dedico a esperar, claro tomando conciencia de que estoy esperando. No puedo dejar de esperar, tal vez, dejaré de hacerlo cuando sepa qué es lo que estoy esperando, pero por el momento sigo esperando una señal que me indique hacia dónde debo avanzar o qué es l

Me levanté esta mañana con un cambio pequeño de planes, siempre tengo algo que decir con los cambios pequeños de planes, me fastidian!! No existe en el mundo nada que me exaspere más que los cambios de planes, aunque sean minúsculos y sin sentido realmente me hacen perder la paciencia. Sin embargo decidí que esto no me echaría a perder el día o al menos la mañana así que desayuné, tarde, disfrute de un café y un cigarro mientras releía Demian de Hesse, no dejo de pensar en el parecido del protagonista con mi sentir de dos mundos, al menos en el primer capítulo. La tarde está comenzando y al parecer el clima me quiere ver sonreír porque está nublado y rico, si no fuera por la señora de BAT que no deja de cantar en el karaoke del estacionamiento, este momento sería mucho mejor, al menos fuera entonada, pero no, y no solamente cantó una vez, sino que ya lleva 5 canciones seguidas, al parecer es su fiesta o puede que sea la tía incómoda que peda no suelta el micrófono, diría tío pero en re

Y ocurrió una noche en el comedor, antes de acudir a una exposición. - Me duele esta parte de la cabeza. - Vas a morir. - ¿Pronto? - Si. - Ah. - ¿Traes cigarros? - No, los míos se los acabó Ana - ¿Tienes encendedor? - Si ahí, dijo señalando el mueble de la tele, ¿Encontraste cigarros? - Si - Ahora voy contigo a fumar uno. Después de fumar en silencio salieron rumbo a la exposición, tan iguales como siempre pero sabían que algo había cambiado en su interior, no pudieron ni entrelazar las manos en el trayecto, todo se había movido de lugar.

Me he dado cuenta que en realidad es más fuerte el deseo que las ganas, si deseo algo tendré ganas de hacerlo, pero si tengo ganas de algo y no lo deseo no me moveré para conseguirlo.

No se porqué se me hace tan difícil entender qué es lo que me gusta de ti.